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Presentación del Libro

“La Espiritualidad en los Negocios y la Administración”

por K. Parvathi Kumar

 

Buch des Monats

Todo es negocio hoy en día. Hoy, el principio del negocio ha crecido más allá de toda proporción. Este incluye toda actividad humana concebible. Estamos en la Edad de Hierro. El negocio comprende todas las áreas. Por esta razón los pensadores en la sociedad están considerando la necesidad que existe en este contexto, de ética, valores y espiritualidad. Hay mucho camino que recorrer. Pero en algún lugar esto debería empezar. Y es ahora, en las mentes de los expertos en administración. Hoy, esto llegará al área de los negocios. Del mañana surgirá la Nueva Era.

Contenido: Introducción; Espiritualismo vs. Negocio; Administración de Negocios; Conceptos unificadores; Conclusión


Hasta el momento este librito no se encuentra publicado en español, sólo en alemán y inglés.

 

The World Teacher Temple / Dhanishta, Visakhapatnam, India, 2005-2.

 

Muestra:

La administración de Negocios

 

Me pregunto, ¿hoy, es el hombre el que administra los negocios, o son los negocios los que están administrando al hombre?. El hombre, está hoy subordinado a la manera de pensar comercial y a las consideraciones empresarias y comerciales, mientras que se supone debería de ser al revés. Los ejecutivos de negocios piensan que ellos están dirigiendo a los negocios. Pero en realidad ellos están siendo conducidos alocadamente por los propios negocios. ¿Quién dirige a quién?, es la pregunta.

Cuando los novatos entran en los negocios, ¿qué ocurre?. Buenos seres humanos, entrenados en términos de sistemas de valor, mientras estaban en la Facultad. Pero cuando entran al campo de los negocios, ellos entran en un campo de conflictos. Debería haber algún tipo de compromiso entre los valores que ellos han aprendido y los valores que se aplican en el campo de la práctica. El conflicto provoca que algunas personas se retiren de la actividad comercial porque se encuentran perdidos. Hay otros que se pierden a sí mismos (en término de valores humanos), y ¿ganan...?, comercialmente. Todavía existen otros que son capaces de lograr un buen equilibrio entre los dos y no han sacrificado ni sus valores humanos ni se han visto completamente envueltos en los valores comerciales. Ellos son el gran experimento de la prueba y el error. Llegan a un punto en que logran un equilibrio entre la dirección y administración del negocio y, al mismo tiempo, el conservar ciertos valores humanos.

Es muy difícil hacer eso, porque como dije al principio, los objetivos actuales del espiritualismo y de los negocios difieren el uno del otro. A menos que los objetivos empresariales sean sintonizados con los más elevados valores de la vida, esto no se hace posible. El espiritualismo es una forma de vida que trae satisfacción, es un estado de contentamiento y de ecuanimidad y equilibrio, en donde uno no está realmente preocupado, aún careciendo de ciertas cosas. Si Vd. ve los motivos en los negocios, se dará cuenta que están orientados hacia el resultado. Lo que preocupa a un empresario es la ganancia o la pérdida que tiene al finalizar el día o el año. Así, aún en los objetivos originales, existe una diferencia básica. Este es el de encontrar un método en donde Vd. trata de buscar un beneficio y, al mismo tiempo, Vd. no es avaricioso ni tan celosamente competitivo. Cuando Vd. no entra, en absoluto, en la competición, su negocio puede sufrir. Si Vd. es celoso en la competitividad, usted sufre. Esta clase de situación prevalece.

Hay alrededor de una docena de agencias de seguros exitosísimas en mi ciudad. Ellas vinieron a mí en busca de consejo y guía para progresar en la vida y, al mismo tiempo, desarrollar su negocio de seguros. Ocurrió que uno de los vendedores de una de dichas agencias que me consultó, al cabo de un año, llegó a ser el mejor vendedor de seguros de la región y fue invitado por el Consejo en América, por haber logrado alcanzar la cifra de un billón de dólares en seguros vendidos. En el mismo equipo había otro vendedor que fracasó estrepitosamente. La persona que fue invitada a ir a los Estados Unidos atribuyó su éxito a la enseñanza que recibió, y la otra persona que falló atribuyó su fracaso a la misma enseñanza que recibió. Así que: ¿cuál es la diferencia?, la diferencia está en la aplicación y en la habilidad para comprender el enfoque y acceder a él equilibradamente. Es muy difícil sostener valores espirituales y vivir en el mundo objetivo, es por eso que los espiritualistas en el pasado se escapaban del mundo objetivo y trataban de experimentar su propia dicha a su modo y dieron la espalda a la verdadera situación de la vida. Sri Aurobindo dice: “estas son las personas que son engañadas fácilmente por sus propios errores conceptuales de aplicación, en el sentido en que ellos se retiraron totalmente de la sociedad, crearon una atmósfera propia, la cual era totalmente armoniosa y, así, vivieron la vida. Ellos no fueron instrumentos efectivos en la sociedad. Estaban prácticamente fuera de ella. Pero, nuestra filosofía nos dice que nosotros deberemos lograr tener la cabeza en el bosque y nuestros manos en la sociedad”. Lo cual quiere decir que..... debemos ser desapegados en nuestros pensamientos y, al mismo tiempo, funcionar aquí de manera efectiva, de modo que seamos instrumentos positivos para ayudar a algunos de aquellos que viven en conflicto. Esta es un situación difícil pero ahora, cada vez más, la dirección empresarial está reconociendo esta filosofía.

El conflicto en los negocios de hoy, lentamente tiende a métodos más avanzados para ayudar a los empresarios a estar más libres de tensión. Cada director-ejecutivo podría ser un diabético, o un paciente hipertenso o cardíaco. Cualquiera de estas tres enfermedades es muy común entre los hombres con responsabilidades en los negocios. La dirección y administración, en sí misma, implica resolver conflictos reconciliando puntos divergentes, y cumplimentar los objetivos prefijados, utilizando estrategias, tácticas y habilidades. El ser humano es puesto a prueba en los más altos niveles de dirección y, al cabo de veinte años, es como una naranja totalmente exprimida, mientras gana reputación como hombre de negocios. Y en el proceso, puede haber perdido muchas otras facetas valiosas de la vida. Puede haber perdido su propia salud, terminando así su utilidad. Un ataque cardíaco por ejemplo, lo coloca fuera de la carrera por el progreso. Él va sufriendo tensiones a lo largo de sus veinte años de carrera, eso conlleva sus propios resultados. Esta producción de resultados coloca al hombre ante alguna clase de tensión. Por eso es que uno de los conceptos fundamentales del espiritualismo es: “Trabaja, pero no anheles los resultados”. Aunque, este concepto es muy difícil de comprender en el contexto moderno. ¿Cómo puede uno trabajar sin anhelar los resultados?. Esta es una pregunta común, que siempre se formula cuando uno se encuentra con un joven que está naciendo a la vida. Para él eso es cierto, pero si Vd. le pregunta a un director-ejecutivo que ha venido estando durante 30 o 40 años de manera intensa en el "ruedo" de la dirección, le dirá: “Al diablo con los resultados, siga trabajando, interésese en su propio trabajo y los resultados le seguirán”. Hay dirigentes que también actúan de esta manera. Así, ¿quién está en lo cierto y quién en el error?. Al igual que para los dos agentes de seguros mencionados antes, es nuestra propia madurez en la comprensión y su aplicación la que decide qué hacer y qué es lo correcto.

Hay gente que dice que a menos que nosotros hagamos las cosas, las cosas no se mueven. Hay otros que dicen : “Las cosas ocurren”. Los eventos alcanzan nuestras actividades y nosotros nos podemos relajar mientras el actuar se transforma en hechos. Para la primera teoría la segunda es una paradoja, pues no comprende la explicación. Las afirmaciones de las Escrituras Sagradas tampoco son bien comprendidas por la misma razón. Si no son comprendidas es por falta de entendimiento y falta de experiencia en la vida. Para dar un ejemplo, cuando Vd. aprende a conducir, al principio, está muy alerta en su conducción. Sus dos pies conducen, sus dos manos conducen, sus dos ojos conducen, sus dos oídos están tan pendientes, que Vd. no desea que su esposa, que se sienta junto a Vd. mientras conduce, le hable, pues no desea ser interrumpido al conducir.

Si ella habla, Vd. puede perturbarse, y producirse así algún accidente, o algo desagradable. Está tan absorto en su conducción que “siente” que no le importa nada excepto conducir, no puede pensar siquiera en escuchar algo de música, o hablar con sus amigos o a los miembros de su propia familia en el coche. Pero, lentamente, a medida que va ganando experiencia al conducir, digamos al cabo de 10 años, ¿que ocurre?. Que mientras va conduciendo, también va escuchando música y los chistes que le cuenta su acompañante en el coche. ¿Cuál es la diferencia?. ¿Está o no conduciendo?.

Él está realmente conduciendo, pero a la vez no lo está. Lo está haciendo, pero no tan concentradamente como antes, pues ha ganado la experiencia ante la continua aplicación del conducir. Hasta que no hemos alquirido esta facilidad, estamos realmente en tensión. Cuando se logra esa facilidad de hacer, lentamente se libera la tensión, y vemos así cómo se suceden los acontecimientos. El sentimiento o sensación de hacer se reduce. Es sólo el sentimiento el que estimula la tensión no el trabajo como tal.

 

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